quizá no quiero correr el riesgo, o no mereces que arriesgue nada por ti
-Te hice daño, lo sé. Perdóname.- terminó
Por fin, él abrió la boca para decir lo que se guardaba:
-El problema no es el dolor. El dolor te hace sufrir pero no te destruye. El problema es la soledad engendrada por el dolor. Es eso lo que te mata lentamente, lo que te aísla de los demas y del mundo. Y lo que despierta lo peor que hay en ti.
Ella no trató de evitar el debate:
-¡Querer siempre es peligroso! Querer es esperar a ganarlo todo arriesgándose a perderlo todo, y algunas veces es también correr el riesgo de ser menos querido de lo que uno desea.
-Pues ya ves-respondió mientras se levantaba de la mesa-, creo que no estoy preparado para correr ese riesgo.
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